De Surimi va la cosa

Menudo veranito, mientras toda España duerme en una sauna por la calentura que nos arrecia , yo aún no quité el nórdico, en ocasiones creo que hasta sale vaho de mi boca.
Y eso por no pensar que tengo el piso plagado de espíritus, como el carajito del sexto sentido. En cualquier caso, temo más a los vivos que a los muertos.

Siempre tuve el termostato del cuerpo mal regulado, pero lo de este año roza lo esperpéntico.

Analizando la situación y sin recurrir a Freud, (quien me diría que paso frío porque necesito el calor de un Macho Erecto), creo que puedo entrever la razón.

Todo se remonta a días atrás, estando en el horrible, odioso y mísero campo, (que en época estival mas que un placer es un dolor de ovarios con síntomas tifoideos), me levanté de la cama una calamitosa mañana con más de 11 picaduras de mosquitos. En principio no conlleva mayor problema que rascarse, pero el “quid” de la cuestión es que 2 de las picaduras estaban en la planta del pie, esto sí es un castigo griego, lo de Prometeo a mi vera era un Sudoku de nivel 1.

Me encomendé a Dios, a la virgen y a Froilán de todos los Santos, ¡¡cómo demonios me rasco la planta del pie!! Si es lo más sensible de mi menudo cuerpo, (sí, ¿no? ummm).

Así pues, y sin que sirviese de precedente, tuve que pensar. La solución estaba a la vuelta del congelador. Cogí un guante de látex, lo llené de palitos de cangrejo, (no tenía hielo), hice un nudo y con esparadrapo antialérgico lo enrollé y sujeté a mi planta del pie.

Ea! Mano de santo, el dolor de la Hipotermia me hizo olvidar el calvario “mosquitero”.

Por eso y desde aquí, quiero dar gracias a mi suma creadora, mi madre, que aunque no me paga el gasoil del coche, al menos no me dejó huérfana de inteligencia, porque hijos listos haberlos haylos, pero tontos... psssssssssss, 8 de cada 10 miccionan de cara al viento.